Uno de los países que jamás podré olvidar es Egipto…por un compendio de circunstancias buenas y malas la verdad, empezaré por el principio y según vayan saliendo os daréis cuenta de cada cosa…
Yo llegué a Alejandría en un crucerillo (otro día os cuento mi maravillosa experiencia en los barcos) y lo primero que notamos es el olor…si Egipto tiene un olor especial, (no como Sevilla os lo aseguro) huele a una mezcla de petróleo quemado, con suciedad, especias y polución…no sé cual de todas es más intensa pero en conjunto es un poco…un poco…bueno no encuentro el adjetivo que lo describa bien, mejor descubrirlo.
Al bajarnos a puerto descubrimos una montaña de taxis esperando a que los turistas les hicieran felices, la verdad que nunca había visto tanto taxi junto…y después nos montaron en una guagua (autobús, es que soy chicharrera, jeje) en la que lo más nos sorprendió a parte de la gran guía que teníamos y el amable conductor fueron los 2 policías que iban dentro con unas pistolas tan grandes que hacen que te quedes un poco receloso los primeros 30 minutos.
Partimos a ver un poco de Alenjandría, que yo por lo menos no le encontré mucho que ver…y que me perdonen los lugareños. Es una ciudad un tanto caótica, bueno todo Egipto lo es, y tiene cosas muy cuidadas y otras no tanto, las calles parecen limpias, y no se ven tanta pobreza como en el Cairo. En Alejandría no nos dejaron pasear pero nos dieron un tour en guagua bastante largo.
De camino al Cairo (3 horas de guagua desde Alejandría) vimos miles de palomares así como palacetes. Lo de los palomares nos lo explicaron diciéndonos que en la noche antes de la boda de los egipcios el hombre cena paloma asada con arroz ya que potencia la virilidad y la posibilidad de que en la noche de bodas la novia se quede embarazada…casi nada…y lo de los palacetes es que la gente ya que se construye una casa se la construye para toda la familia.
Al llegar al Cairo lo que más nos sorprendió fue que todos los edificios están sin terminar, ya que si no los terminan no pagan impuestos por ellos, y en lo alto llenos de toneladas de basura. Es una imagen bastante peculiar que asombra.
La primera parada que hicimos fue en la mezquita de Alabastro, os aseguro que es una auténtica pasada. A la mezquita las mujeres deben tener hombros tapados, escote discreto, pelo recogido, y pantalones por debajo de la rodilla (fueron las recomendaciones que nos dió nuestra guía y la guía del barco) sino vas así ataviada os pondrán una túnica que os aseguro que no os gustará un pelo. Al entrar hay que entrar descalzos y aquí va una de las recomendaciones más importantes que os hago…poneros los pantalones por dentro de los calcetines y llevar pantalón largo, las moquetas están «usadas», y las pulgas me acribillaron no quedó sitio en mis piernas donde no me picaran, pero no se os ocurra dejar de ir a ese lugar, es espectacular, y por favor ser respetuosos (yo soy de la opinión de respetar para que me respeten).
La mezquita es un lugar sin igual, merece recorrer cada rincón, el patio, las maravillosas vistas que tiene desde fuera y llenarte de su paz y buenas vibraciones, fue una experiencia genial.
Después de la mezquita nos dirigimos a comer a un crucero por el Nilo, que si queréis probar nuevos sabores os aseguro que os encantará pero si sois como yo una melindre de la comida no comeréis nada, más que pan pita, jeje. Pero hacen un espectáculo folklórico y ves el Cairo desde un otro punto y es una manera de comer distinta…
Estando de camino hacia el hotel, la calle que cogió era increíble, ver como la gente se subía y bajaba de los coches en marcha, caminaban entre ellos, se pitaban por que casi se daban golpes, era impresionante ver como todas esas personas caminaban al unisono haciendo sobre todo mucho ruido.
Al llegar al hotel nos quedamos boquiabiertos, fuimos a un cuatro estrellas, que nada tiene que envidiarle a un cinco y las vistas…dios que vistas…en la guagua peleándonos para sacar las primeras instantáneas de las pirámides y de repente abrimos la terraza y allí estaban…nos quedamos alucinados viendo aquel maravilloso espectáculo nocturno…y nos reimos mucho al ver que nos habíamos estado volviendo locos por poder sacar la foto. A parte tuvimos el honor de ver una boda típica egipcia, y os aseguro que fue especial encontrarnos en nuestra luna de miel una boda…
Esa noche después de la cena en el hotel, que era comida más internacional, nos llevaron a ver un espectáculo de luces e historia en una explanada que daba hacia la Esfinge…dios mío de mi vida…que frío hacía, es verdad eso de que durante el día te abrasas y durante la noche te congelas, no sé cuánto bajarían las temperaturas pero os aseguro que la rebeca se me hizo poco.
El espectáculo de luces explicaba en poco más de una hora y media toda la historia de Egipto y verla sobre el cuerpo de la Esfinge es algo que merece la pena ver…
Ya os dejo con todo esto, dentro de poco más…
Lorena SM